Este Parque Nacional de la Patagonia chilena resulta un escenario perfecto para los amantes de la aventura, la naturaleza y los paisajes.
Torres del Paine todavía es de noche. El plan entusiasta es levantarse tempranísimo para ir hacia laguna Amarga y esperar el amanecer. El viento castiga y hace frío. Los fotógrafos preparan sus cámaras para captar el momento. Antes de las ocho comienza a aclarar: brota un lucero y la primera clara del día. Al frente de la camioneta se ve el espejo de agua de la laguna que toma el nombre por su agua salada, que alberga una bacteria fundamental para la fotosíntesis. Y más allá, a lo lejos, las Torres del Paine.
Con el tiempo, el amanecer se convierte en una gran puesta de luces. El sol tiñe de naranja una de las tres agujas de granito, que son las torres. Más allá se ven los Cuernos del Paine y el Paine Grande, la montaña más grande de la región de Torres del Paine, con una altitud de poco más de tres mil metros.
Esa imagen de postal, la del sol en las torres, es la que todos buscan en el Parque Nacional Torres del Paine. Este lugar de la Región de Magallanes y de la Antártica de Chile –designado Reserva de Biosfera por la Unesco en 1978– es mucho más que esa bella postal, en la que uno podría detenerse horas. Acá conviven las majestuosas montañas con los valles, los ríos con los lagos y glaciares. Y una fauna, que incluye pumas, guanacos, zorros y huemules. Mejor dejar el sueño para otro momento y comenzar a fascinarse con el lugar.
Con una superficie de más de 227 mil hectáreas, este parque patagónico puede recorrerse de muchas formas. Hay desde caminatas de 20 kilómetros diarios hasta apacibles paseos en combi, con paradas en los miradores y breves paseos a pie.
La excursión comienza con un recorrido de 22 kilómetros en combi desde el hotel hacia el mirador del lago Sarmiento, el más grande del parque.
“En este tipo de lagunas, el agua es tan salina que hace imposible la existencia de animales. Presten atención a la costa blanca: eso es formación de calcio”, apunta la guía Valentina Allendes.